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FAMILIA Y ENTORNO SOCIAL

 

En 1993 definimos (1) la Atención Familiar como “un cambio táctico y estratégico en la práctica del médico de familia centrada en trasladar la atención del marco tradicional individual al del conjunto de personas que conforman la familia pero sin dejar de atender al contexto social, la comunidad, donde se encuentra inmerso el grupo familiar”. Como se podemos observar, desde sus inicios, reivindicamos la necesidad de ligar el mundo familiar con el entramado de interacciones, normas, valores, creencias y estilos d vida que proceden de la comunidad donde cohabita la familia.

Esta visión integradora entre el individuo, la familia y su medio ambiente no es nueva, así Galazka y Eckert (2), en su modelo ecológico señalaron la importancia que tiene la interacción entre el grupo social primario, la familia, con el exosistema, es decir la comunidad, tanto en el campo de las relaciones sociales como en el área de la salud y en el proceso de enfermar.

Al incorporar a la comunidad en el abordaje familiar, debemos reflexionara sobre que entendemos por comunidad. El concepto tradicional de comunidad (3) incluye tres ideas, la de territorio , entendido como un lugar reconocible, la calle, el barrio, el pueblo; la de pertenencia a un grupo , lo que induce a tener una sensación de identidad y cohesión grupal, a través de factores culturales, en relación con el estatuas social o el lenguaje y, por último, la de organización y estructura social de un área determinada, es decir, el conjunto de instituciones locales, entre las que se encuentran los centros de salud, escuelas, iglesias y policía.

Walker (4) amplia esta visión de lo comunitario incluyendo los conceptos de red y apoyo social, explicando que la comunidad está constituida por todas las personas con las que las familias mantienen “una identidad social y recibe apoyo emocional, instrumental, confidencial, informativo y de servicios".

En el proceso para comprender la comunidad es muy importe conocer los problemas y necesidades del individuo y su familia, de ahí que Marchioni (5) incorporara a la idea comunidad dos nuevos elementos, la demanda, es decir los problemas que la población expresa, y los recursos de los que pueden disponer.

De lo dicho hasta aquí, podemos colegir que con el término de comunidad nos referimos a un grupo de personas que tiene algo en común, esto es, que comparten un espacio social, cultural y geográfico determinado y una serie de valores e intereses. Este concepto incorpora también la idea de que esas personas tienen una determinada articulación social, que va edificándose linealmente mediante una serie de líderes representativos e inidentificables.

Desde el punto de visto sociológico este concepto de comunidad no es un buen modelo de análisis para relacionar a la familia con su contexto social. No solo existen intereses, cultura y valores comunes, sino que también hay profundas desigualdades y diferencias económicas, sanitarias y sociales. La articulación social no es única ni piramidal, sino que es más un entramado de redes personales y sociales. El nivel de asociacionismo formal en España, al igual que en otras culturas mediterráneas, es muy bajo, las personas no se asocian o se asocian muy poco y la forma habitual de relacionarse, con los vecinos, los amigos o los compañeros de trabajo, es de naturaleza informal. De esta forma existen múltiples “lugares de encuentro”, bares, parques, tiendas, iglesias, cada una de las cuales es más utilizada para relacionarse por una tipología determinadas de personas (Siles) (6)

Desde el punto de vista de la sociología, las comunidades locales tienden a diluirse en otros espacios más amplios donde, como señalaba Irigoyen (7), “las redes de comunicación se superponen al territorio” Por tanto el territorio donde viven las personas no están determinante para explicar la vida social como se desprende del modelo teórico tradicional de comunidad.

Por otra parte, los fenómenos vinculados con lo que se ha venido en llamar “globalización” (8) vienen modificando en la actualidad nuestra percepción del medio social, la comunidad. Entre éstos cabe citar: a) la alta movilidad de las personas, que tiene con frecuencia su lugar de trabajo y de residencia en ciudades o barrios distintos; b) El fenómeno de la emigración, que da lugar a que nuestros barrios y pueblos se conviertan en realidades multiculturales; c) la revolución que en el espacio domestico han protagonizado las mujeres en su confrontación con el modelo patriarcal y d) el cambio en el modelo tradicional de la estructura familiar, el de la familia nuclear, de tal manera que son ahora, las familias monoparentales, las reconstituidas o las persona sin familias, las formas mayoritarias de organización familiar en nuestra sociedad.

Formando parte del fenómeno de la globalización se encuentra las nuevas tecnológicas de la comunicación, que afecta de forma importante las relaciones en la comunidad y determinadas áreas del trabajo comunitario en salud. Recordemos el impacto de la telefonía móvil, que utilizan aproximadamente una de cada tres personas en el mundo, que modifica las posibilidades de comunicación, rompiendo los límites que impone la distancia geográfica, convirtiéndose en un instrumento socialmente transformador. Lo mismo podíamos decir de Internet, que aunque con menor penetración social, afecta de forma importante al trabajo profesional (9).

Ante estos profundos cambios sobre la idea de comunidad, debemos de destacar las dificultades que vamos a encontrar para propiciar las relaciones de la familia con su entorno social, para establecer las líneas de interacción y para potenciar los contactos entre redes

Cuando propiciamos este ensamblaje de la familia con la comunidad, estamos invitando al medico de familia a que asuma una nueva tarea, distinta a la de la atención familiar y a la atención comunitaria por separado, ya que supone evaluar, lo que ocurre en la interface familia-contexto social en lo concerniente a los flujos de interacción, a la influencia que reciben los miembros de la familia sobre modelos, conductas y estilos de vida y, en fin, sobre el apoyo social recibido a partir de redes de configuración y origen complejo.

La aproximación a esta realidad cambiante que configura el binomio familia-comunidad, va a requerir de nuevas líneas de investigación, que permita responder a los interrogantes sobre los nuevos foros de relación entre estas dos variables y sus influencias reciprocas, acerca de la puesta en marcha de herramientas cuantitativas que facilite el estudio de esta nueva realidad y, en fin, sobre los cambios que sobre las actividades de prevención y promoción de la salud podrían plantarse.

 

BIBLIOGRAFÍA

1. Revilla, L de la. Conceptos e instrumentos de la atención familiar. Barcelona. Doyma, 1993

2. Galazka SS., Eckert JK. Clinically applied anthropology: concepts for the family physician. J Fam Pract 1986; 22:159-165.

3. Revilla L de la, Marcos B. Las bases teóricas de la atención familiar: teoría ecológica. En: Revilla L de la. Bases teóricas, instrumentos y técnicas de la atención familiar. Granada, Adhara, 2005

4. Wallker NK,MacBride A, Vachon ML. Social support networks and the crisis of bereavement. Soc Sci Med 1977; 11:35-41

5. Marchioni M. Planificación social y organización de la comunidad. Madrid. De. Popular, 1987.

6. Siles D. Nuevas perspectivas en participación comunitaria. Dar poder a los pacientes. Aten Primaria 1992; 9: 166-168

7. Irigoyen J. Acción comunitaria: mecanismos de participación social. Libro de ponencias de las IV Jornadas de Salud Pública y Administración Sanitaria. Granada. EASP, 1989

8. Revilla L de la, Siles Roman M.D., Lopez Fernandez L.A. Participación e intervención comunitaria. En: Martin Zurro A, Cano Perez J.F. Atención Primaria. Conceptos, organización y práctica clínica. Barcelona, 2008

9. Lopez Fernandez LA. Globalización, nuevas tecnologías y el trabajo comunitario en Atención Primaria. Comunidad 2005; 8: 5-7

 

Luis de la Revilla

Presidente de la Fundación para el Estudio de la Atención a la Familia