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SUMARIO

EDITORIAL

INMIGRACIÓN Y SALUD

La inmigración es uno de los fenómenos sociales más relevantes de nuestro tiempo entendiendo que actualmente  es consecuencia directa del proceso de globalización, que al conseguir desvertebrar las economías más débiles ha  producido un éxodo masivo desde los países del tercer mundo hacia los del primer mundo. Por otro lado, es interesante resaltar que los inmigrantes no son las personas más pobres en sus países de procedencia ya que,  por sí mismos o gracias a la ayuda de su familia, pueden financiar el proceso migratorio. La llegada de la multitud de inmigrantes de distintos países supone una sociedad multicultural no siempre fácil de abordar. 

Por desgracia, la visión que se tiene del fenómeno migratorio ha cambiado negativamente en estos últimos años, posiblemente debido  al incremento en el número de inmigrantes y, sobre todo, por la vinculación que se hace entre inmigración y delincuencia. Éstas y otras razones, han dado lugar a un auge del racismo, la intolerancia y la xenofobia, lo que ha facilitado su aislamiento  y su agrupamiento en guetos, con el objetivo mezquino de salvaguardar la identidad nacional y las diferencias de raza, religión y cultura. Es posible que la información manipulada y falsa sobre el aumento de inmigrantes y su tendencia delictiva, sean las razones para que, según una encuesta reciente del CIS, la inmigración se  haya constituido  en el segundo o tercer problema para la población española.

En el campo de la salud el proceso ha seguido afortunadamente un camino diametralmente distinto, estableciéndose el derecho a la asistencia de los inmigrantes empadronados, en igualdad de condiciones que los ciudadanos españoles, así como de atención, ante cualquier emergencia médica y durante el embarazo, parto y puerperio, con independencia de su situación administrativa o legal.

Ahora bien, al estudiar el uso de los servicios de salud por la población inmigrante conviene reflexionar acerca de tres aspectos que consideramos importantes:  las barreras que encuentran para acceder a esos servicios, la relaciones entre los profesionales sanitarios y los inmigrantes y las peculiaridades de los problemas de salud  que sufren estas personas.


Barreras que limitan o dificultan a la población inmigrante el uso de los servicios de salud.

El acceso a los servicios de salud les resulta difícil a la población aloctona, con una frecuencia mayor de la deseada, debido a la existencia de una serie de barreras que comentamos a continuación.

En primer lugar, tenemos las barreras legales, que  son cada vez menos importantes si bien, en muchas ocasiones más que  la situación ilegal es la  falta de información, sobre la posibilidad de acceder a esos servicios, lo que limita su utilización.

En segundo lugar, son los problemas de comunicación los que dificultan la entrada al sistema sanitario,  una lengua diferente y las dificultades de contar con traductores institucionales no siempre se salva con la ayuda que ofrecen otros inmigrantes que saben español y que ayudan a transmitir sus quejas.

Y, en tercer lugar, las barreras culturales que pueden actuar de forma diferente, unas  atendiendo a las creencias sobre las enfermedades y otras teniendo en cuenta  los  distintos patrones de comportamiento y hábitos de salud.


Dificultades en las relación entre profesionales sanitarios e inmigrantes.


Los problemas relacionales entre los  profesionales sanitarios y la población aloctona  se centran en las dificultades de comunicación, que no se limita a las diferencia del idioma y que más bien tiene que ver con las barreras que separan a sus respectivas culturas. Muchos profesionales sanitarios piensan que los inmigrantes carecen de una  “cultura moderna” entorno a la salud o  aun peor, se les suele  tildar de ignorantes y de que no entienden nada de lo que se les explica. Asistimos realmente a un modelo transcultural de relación con los inmigrante a los que se les exige que acepten, aprendan y asuman la visión biomédica de los profesionales sanitarios, para  evaluar y resolver sus problemas de salud.

Para eliminar esta barrera relacional deben de aceptar ambos, profesionales sanitarios e inmigrantes, un modelo intercultural, basado en el respeto mutuo entre culturas distintas y en la necesidad de que ambos, desde la mutua aceptación, debatan e intercambien ideas acerca de sus propios modelos explicativos entorno a la salud y la enfermedad, para llegar a un plan de intervención plenamente consensuado.


Los problemas de salud en la población inmigrante

Los inmigrantes, en su gran mayoría, son jóvenes, con un buen estado de salud por lo que, en términos generales, consultan poco y cuando lo hacen, refieren cuadros clínicos similares a los que aqueja la población autóctona.

En cuanto a los procesos clínicos que tiene que ver con enfermedades propias de sus países de origen son poco frecuentes, por ello, en aquellos inmigrantes asintomáticos, el cribado sobre enfermedades infecciosas importadas es una práctica discutible y muy  debatida.

Es posible que el motivo de demanda mas importante en los inmigrantes tenga que ver con los problemas psicosociales, es decir con el estrés social. Es conocido que la población inmigrante se ve afectada por factores estresante múltiples, que están  relacionados con el propio proceso migratorio, el motivo, la toma de decisión, el tránsito y forma de viajar, con aspectos personales, país de origen, género, nivel educativo y cultural; y con determinadas condiciones sociales: indocumentación, paro, trabajo precario, tiempo de estancia en el país y dificultades de comunicación. Todos estos eventos estresantes, que son propios de cada inmigrante, dan lugar a cambios conductuales y emocionales y en definitiva a la aparición de manifestaciones clínicas por un problema psicosocial.

La soledad, el dolor por la separación de familiares y amigos y el miedo ante un ambiente extraño y hostil, son los desencadenantes de un gran estrés, que visto como sufrimiento por  lo perdido, como miedo por los peligros sufridos y como fracaso del proyecto migratorio, es  equivalente al duelo, entendiendo con este término todo el proceso de organización que acontece cuando la persona pierde algo que es especialmente relevante o significativo para ella. Conviene recordar que el conjunto del duelo migratorio se pueden agrupar en siete duelos específicos, que resumimos a continuación: el duelo por la familia y los amigos, centrados en  la separación de la esposa, de los padres y, sobre todo, de los hijos pequeños; el duelo por la lengua materna, con la imposibilidad para comunicar necesidades, aspiraciones o temores, así como por el gran esfuerzo que supone la adquisición de una nueva lengua; duelo por la cultura, entre los aspectos más importantes que cambian se hallan la alimentación, el vestir, el sentido del tiempo, etc.

En el duelo por la tierra, los inmigrantes apegados afectivamente al paisaje de su pueblo, de su casa o de su campo, sufren por su perdida, especialmente al compararlo con el nuevo escenario, nuevos olores, nuevos aspectos climáticos; duelo por el estatus social, la migración siempre comporta un proyecto de mejora y progreso social, sin embargo, la mayoría de los inmigrantes retroceden a nivel de estatus social respecto a su sociedad de origen. Contrariamente a lo que en general se cree, muchos de los inmigrantes procedentes del denominado tercer mundo poseen estudios y son personas con un buen estatus en su país. El duelo por la pérdida de contacto con su grupo étnico, está relacionado con el sentimiento de pertenencia a un colectivo que cuenta con unas características comunes, en lo referente a la lengua, cultura, etc. y, por último, el duelo por su seguridad física, que está relacionado con los riesgos tanto para su integridad física como por la pérdida de la salud, a los que podemos  añadir el miedo a ser víctimas de violencia en el país de acogida, el temor a las mafias, etc.

La depresión, la ansiedad, los síntomas mal definidos y el síndrome de Ulises son manifestaciones clínicas,  expresión de los problemas psicosociales en los inmigrante, que con mucha frecuencia, tendrá que diagnosticar y tratar el medico de familia en su consulta.

 

Luis de la Revilla
Presidente de la Fundación para el
Estudio de la Atención a la Familia